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CHE/59: UN GRAFITERO LLAMADO GUEVARA

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Che/59: Un grafitero llamado Guevara Por Hugo Alberto Ojeda // 19 de julio de 2009
La tensión entre el maldito arte y el desgraciado mercado. Mientras la caricia de la vida siempre está en otra parte.
En 1973 el maestro Ernesto Cardenal viajó a Nueva York para reunir fondos para los damnificados por el terremoto sufrido por la ciudad de Managua en diciembre del año anterior. Hacía 25 años que no visitaba la capital del capitalismo. A partir de las vivencias de ese viaje, escribió el poema “Viaje a Nueva York” (publicado por primera vez por una comunidad de jóvenes cristianos que vivía por entonces en la iglesia de barrio Riguero de Managua). En este poema-crónica, Ernesto Cardenal describió los grafittis de los subtes: “Y los oscuros subways ahora van pintarrajeados por fuera: nombres de muchachos y muchachas de muchos colores
Alice 95
Bob 106
Charles 195
Y pasan los expresos como si fueran cubiertos de flores (sus nombres y sus calles donde viven) “los escriben para que alguien los conozca, para ser reales” dice Napoleón
Pintados con pintura de spray de todos colores y sus nombres de hasta un metro de alto Manuel... Julia… José… (muchos puertorriqueños)”
Desde siempre los hombres han dejado marcas por sus caminos en el intento de perdurar. La actitud de algunos de escribir sus nombres no surgió en los ’60, pero en esos años se desarrolló por la facilidad dada por el envase aerosol de la pintura sintética. Hoy en todas las ciudades del mundo, los chicos dejan sus marcas, firmas o etiquetas escribiéndolas con fibrones. Hay tanta propagación de marcas, que todas parecen variaciones de un mismo tema, que fueran escritas por la misma persona: la multitud.
En esta actitud, donde lo individual es simultáneo a lo social, donde lo anónimo resiste y afirma su ser; son muy pocos los que se preguntan si eso es arte o no.
En 1971, el New York Times realizó una entrevista a uno de los grafiteros más obsesivos, Taki 183. Este adolescente era uno entre los miles que hacían lo mismo y que ponían el mismo empeño en la tarea.
La entrevista del New Yor Times legitimó a Taki en desmedro de sus iguales. Casi 40 años después, Taki 183 tiene sitio web y vende sus obras.
Miles de grafiteros contemporáneos suyos no tuvieron la misma suerte, murieron en Viet Nam o fueron digeridos por la sociedad de consumo.
La tensión entre el maldito arte y el desgraciado mercado. Mientras la caricia de la vida siempre está en otra parte.
El supuestamente legitimador artículo de New York Times del viernes 21 de Julio de 1971 está acompañado por una fotografía. Allí la marca de Taki 183 apenas se distingue entre muchas; pero si observamos con atención, sobre ella hay una señal muy familiar para quiénes intentamos que el hombre deje de ser lobo del hombre. Una palabra, un gentilicio, un apodo, un hombre. Tres letras, dos líneas, dos números: Che / 59
La grafía es inconfundible, es la firma del Che. Y el año es el de la revolución Cubana, 1959.
Hacía 4 años que el escritor Ernesto Guevara había sido asesinado en Bolivia llevando libros de poemas en su mochila. Alguien escribió su firma en aquella pared de Nueva York y no creo que pasara desapercibida para el notero del New York Times. Es clara y definitiva. De cualquier manera, las preocupaciones del rosarino Ernesto Guevara estaban (siempre habían estado) “donde la vida no se diferencia de la vida”.

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