Gerardo Scioscia
TRES TIROS
Tomas y Pedro no eran amigos, pero vivían cerca y concurrían a la misma escuela. Sus días transcurrían como los de cualquier niño que transita por el colegio primario, eso, los unía, aunque entre los dos había una marcada rivalidad y, desde tiempo atrás, buscaban el modo de resolverla.
En la clase se sentaban en el mismo banco, pero en el fondo del aula, porque lo habían decidido ellos mismos al iniciar ciclo lectivo. Claro, es que ubicados allí, la maestra no podía verlos cuando por cualquier cosa, discutían.
En los recreos, zanjaban sus diferencias con golpes y empujones. Sin embargo, un día se desafiaron a encontrarse en un descampado y volar cada uno un cometa. Entonces ambos corrieron a sus casas y, con lo ahorrado en sus alcancías, compraron lo necesario para hacerlo. El día fijado, luego de ajustarles cuidadosamente los tres tiros, lo expusieron al viento para elevarlo. Pedro, al ver al suyo tan alto ya festejaba el triunfo, cuando una ráfaga cruzada lo colgó de unos cables. Su contrincante, que nunca lo había visto llorar, conmovido, le regaló su barrilete, que desde lo alto cabeceaba saludando esa nueva amistad que 65 años después, aún perdura.
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