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UN BARCO DE PAPEL Y UNA MISIÓN IMPOSIBLE


UN BARCO DE PAPEL Y UNA MISIÓN IMPOSIBLE 
 Gerardo Scioscia 
Tomas tenía apenas nueve años cuando decidió buscar un tesoro que, según su mama, ella había perdido hacia años y siempre se lamentaba por ello. Como no iba hacerlo, si el sabia de piratas y tesoros escondidos. Para esa mision solamente necesitaba de un barco y esperar el momento oportuno para hacerse a la mar y ese día llego. Ocurrió en momentos que amainaba la fuerte tormenta que lo mantenía dentro de la casa. ¨Seré el capitán de mi propio barco¨ se dijo entusiasmado y, con el sonido de algunos truenos, busco un trozo grande de papel e igual que un ingeniero, se dio a la tarea de construir su barco. 

Con varios pliegos le dio la forma pensada a la embarcación que serviría a su propósito. Concluida esa tarea, el niño consideraba indispensable dotar a la embarcación de lo necesario para la aventura que emprendería por mares desconocidos. A nada temía porque ¨a mis nueve años me consideraba un muy buen marinero ¨ se decía, al tiempo que sostenía que tampoco tenía temor, ya que había enfrentado a numerosos peligros y también, vencido a los piratas que buscaron atacarlo en varias oportunidades. Por otra parte, afirmaba contar con la ayuda, de marineros tan valientes como él.
Listo para lanzarse a la búsqueda del tesoro que suponía había extraviado su mama, el niño dejo en un rincón una carta donde le explicaba sus intenciones. En ella y con letra dificultosa el niño escribió de ¨Querida mama, iré a buscar lo que tantas veces quisiste volver a tener¨ y seguía ¨no te preocupes por mí, voy acompañado por valientes. Hasta la vuelta¨. Luego cargo una docena de agujas, unos carretes de hilo, que según pensó servirían para amarrar la embarcación en cualquier sitio, como también una pequeña caja se fósforos, los que llegado el caso, pensó que utilizaría como antorchas.
El pequeño soñaba desde tiempo atrás cumplir con ese propósito y el día, había llegado. Entonces, en el improvisado muelle que no era otra cosa que el cordón de la vereda puso su pequeña barca al agua, y con mucho cuidado monto sobre ella los elementos que utilizaría para la navegación. Allí nadie vino a despedir a los navegantes, solo un trueno lejano parecía saludarlos ¨A la mar¨ fue el grito del pequeño dando partida a su barquito que comenzó a navegar. Por momentos la frágil embarcación varaba en algún montículo de tierra, pero luego, en aguas más profunda era rápidamente arrastrado por la corriente. Entretanto Tomas, desde orilla lo veía alejarse y se alegraba al pensar que, finalmente podría cumplir con el deseo de su madre. Solo su corazón de niño bueno y su mente viajaban en la pequeña nave que seguía navegando con dificultad por el agua, porque su pequeño cuerpo se mantenía inmóvil observando al barquito de papel alejarse.
Así estuvo hasta que comenzó a llover con fuerza nuevamente. Junto al sonido del agua al caer, escucho la voz de su madre que le pedía volver a la casa. Dudo unos instantes, pero al ver que, a pesar de la ¨tempestad que lo azotaba¨, su barco continuaba navegando, decidió regresa. Al ingresar a la vivienda su madre lo reprendió por la demora y porque estaba totalmente empapado. Tomas explicó lo que había estado haciendo y su madre, con una sonrisa le agradeció el gesto, aunque no se animó a explicarle que era una misión imposible. Luego de indicarle que se cambie de ropa, le prometió que cuando cesara la lluvia podría volver a la calle. Una hora después dejaba de llover.
Sin más demora Tomas retorno a la vereda, para ver que sucedió con su barco, pero ya no lo encontró. Es que a unos cien metros del lugar lo había tragado una boca de tormenta. Triste por lo ocurrido, volvió a entrar dispuesto a construir otro barco y cumplir con la misión. Su madre al verlo ocupado en esa tarea trato de explicarle que de nada valdría el intento, aunque el niño insistió en su propósito. Esta vez haría un barco de mayor tamaño. Con unos pliegos de papel más grandes que los anteriores logro triplicar el tamaño del barco anterior. Ansioso corrió a la calle para verlo navegar. Esta vez en el solamente cargo su fuerte deseo que poder recobrar lo perdido por su madre. Sin embargo, al llegar hasta la cuneta, en esta no había suficiente agua para que su embarcación pudiera navegar. Apenado y con lágrimas en los ojos regreso a su casa. Allí le dijo a su madre que no podía cumplir lo que le había prometido. Ella lo miro tiernamente y, mientras le acariciaba su cabecita, le agradeció su intención señalando que ¨los años jóvenes de mi vida ya nadie me los devuelve. Te agradezco tus intenciones y solo te pido una cosa, no olvides esto que hoy has hecho y cada vez que pretendas alcanzar un objetivo, al menos siempre haz el intento ¨. Luego ambos se abrazaron fuertemente.

 sciosciagerardo@gmail.com

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