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LOS MUERTOS DE OBLIGADO


LOS MUERTOS DE OBLIGADO 
Por: GERARDO SCIOSCIA 
El 20 de noviembre de 1845, en las barrancas del río Paraná – en el paraje conocido como Vuela de Obligado- fueron escenario de una batalla desigual entre la flota anglo – francesa, cuyos gobiernos pretendían la libre navegación de ese curso de agua interior , y las tropas de la Confederación Argentina que intentaron que eso no ocurriera. Para ello, en la localidad de San Pedro distante a unos 180 kilómetros de la Capital Federal se montaron cuatro baterías y se diseminaron gauchos y soldados entre los montes cercanos y todo bajo el mando del general Lucio mansilla, con órdenes expresas del brigadier general Juan Manuel de Rosas de impedir que esas naves remontaran el río. Pero antes de las diez de la mañana, la cerrada neblina que invadía el río se fue disipando y dejando al descubierto las siluetas de esos barcos artillados, los que a la voz del jefe Mansilla, fueron atacados por las cuatro baterías colocadas en la orilla y a distintos niveles. La respuesta del invasor no se hizo esperar y desde los modernos cañones con los que estaban artillados esos buques, – algunos de ellos movidos a vapor – causaron estragos entre los defensores. De todos modos esa lucha desigual se prolongó hasta que se acabaron las municiones ya pasadas las 19 horas de ese mismo día. 

A pesar de la valentía puesta de manifiesto por esos hombres, estos no pudieron impedir que cortasen las cadenas con que se había encadenado el río para impedir el paso del invasor, que exhibía como único derecho a navegar ese río interior de la confederación el poder de fuego de sus cañones, pero la ofensa les costó muy cara, habida cuenta d e los daños infringidos y el posterior fracaso de la expedición comercial. En ese sentido vale recordar la frase que el general San Martín le escribiera en una carta en mayo de 1846 a su amigo Tomas Guido. En esa misiva le dice sobre ese hecho que ¨ se demostró que los argentinos no somos empanadas que se comen sin más trabajo que abrir y cerrar la boca ¨. Años más tarde y por el empeño puesto en la defensa que Rosas hiciera de los derechos soberanos de Argentina, el viejo general le donó el sable que lo acompaño durante todas sus campañas libertadoras.
Silenciadas las armas empleadas para resistir al invasor anglo-francés, llegaba el turno de dar cristiana sepultura a los cadáveres de los combatientes de Obligado, que del lado de la Confederación fueron más de 400. Esos cuerpos inertes, que yacían diseminados en las baterías defensoras y montes cercanos tuvieron diferentes destinos, aunque la mayoría fueron bendecidos por el presbítero Juan Bruno Picabea Ramírez, que entonces estaba al frente de la parroquia de San Pedro.
Las victimas fatales de ese conflicto armado, fueron entonces cargadas en carretones, que, en caravana cruzaron las calles del pueblo de San Pedro distante unos 20 kilómetros del lugar de los hechos. El pasó lento de esos carretones convertidos en improvisados carros fúnebres, eran acompañados por algunos hombres sombrero en mano y algunas mujeres con sus ojos llorosos.
Así iban rumbo a su morada final quienes habían combatido y muerto el Paso del Tonelero, luego de ser recogidos por ¨ la piedad y el cariño de sus deudos y la ordenanza de las cristianas autoridades ¨ de esa localidad por cuyo borde corre el río Paraná y en sus orillas se desarrollo el combate.
 En su paso al cementerio, el cortejo se detuvo frente a la capilla del pueblo, que entonces era una construcción de barro y paja y que según alguno, se encontraba donde hoy se levanta el Club Social y otros frente a lo que fuera el mercado donde hoy está la plaza principal del pueblo.
 Luego de la ceremonia religiosa efectuada frente a la puerta de esa construcción de características precarias, los caídos en combate fueron sepultados en el cementerio local, por entonces ubicado en la manzana que hoy ocupa el vivero municipal. En ese lugar descansan los restos de los vencedores y vencidos. ¨ bendecidos con la bendiciones que tiene la iglesia para sus hijos muertos ´ hasta que fue clausurado y trasladados esos restos hasta el actual cementerio situado en el extremo oriental de la barranca de San Pedro y librado al servicio publico en 1867 cuando ¨ el cólera grande desoló la población, según el presbítero Carlos Ruiz Santana en ¨ Apuntes Históricos de San Pedro ¨ publicado en 1932.
Sin embargo, algunos defensores muertos no tuvieron ¨ cristiana sepultura ¨ en efecto, ¨ aquellos cadáveres que no llegaron al camposanto de San Pedro, se convirtieron en cenizas, que se descubrieran al remover una especie de montículos cubiertos de yerbas, que como testigos mudos y monumentos solitarios quedaron en Obligado ¨.
 ¨ De la especie de montículos y de los cadáveres quemados no cabe duda: los primero nos lo dice la tradición y nos lo cuenta un anciano venerable que los vio y removió la yerbas que los cubría; de los segundos, la historia lo ha afirmado categóricamente ¨, según Ruiz Santana. Se trató de los cuerpos de aquellos que combatieron sobre la cubierta de un barco invasor, los que junto al de algunos agresores, después del combate fueron incinerados. Esos cadáveres fueron los combatientes de un bando y del otro que cayeron en la cubierta del bergantín en cuyo mástil flameaba la bandera francesa.
En cuanto al referido bergantín, el mismo perteneció a la flota de la Confederación, que se encontraba al mando del almirante Guillermo Brown, pero que en agosto de 1845 fue incautada por los almirantes de la flota anglo-francesa Inglefield y Laine, mientras se encontraba apostada frente a Montevideo y cuatro meses después aparece navegando con bandera francesa.
 Como parte de la flota invasora, el San Martín se adelanto para intentar el corte de las cadenas, con las cuales se había cerrado el paso del río a esa altura del Paraná. Sin embargo, al ser reconocida por los defensores, fue blanco de numerosos impactos de artillería. La nave recibe andanadas de las cuatro baterías, dejándola maltrecha, sin arboladura y perforaciones en la línea de navegación. Mientras el fuego estaba concentrado sobre la nave que fuera de la Confederación, el capitán. Hope junto a otros ocho hombres se embarcaron en un bote, y a golpes de maza y cortafierro, abren un paso en el extremo derecho de la cadena.
Esa maniobra fue facilitada por las naves Expeditive y Camus, que se apostaron en el flanco del San Martín para distraer el ataque y oficiar de pantalla para ocultar a los hombres que realizaron el corte la cadena. Mientras tanto, el barco que había pertenecido a la Argentina y robado durante el bloqueo al Río de la Plata, luego que algunas balas cortaron la cadena el ancla quedó a la deriva. En ese estado y con unos 50 hombres fuera de combate, es arrastrada por la corriente del río y encalla en cercanías del campo de Castro, circunstancia que es aprovechada por Mansilla para abordarla. El entrevero causó muertos de ambos bandos, quedando sus cuerpos sobre el barco.
Cabe mencionar que, acallados los ruidos de esa batalla, la que duró unas ocho horas, los invasores debieron realizar distintas reparaciones en sus buques, por lo que estuvieron en Obligado durante unos once días antes de continuar viaje rumbo a Corrientes y Paraguay. En cuanto a los cadáveres de uno y otro bando que yacían sobre el buque robado ala Argentina, estos fueron trasportado a la orillad e enfrente, dond e se los apiló y cremó. Luego de esa episodio, el bergantín fue arrastrado por otras naves invasoras hasta Santa Fe, donde, por el daño que la provocó la artillería argentina, fue sometida a costosas reparaciones.
Recordemos que en más de los 90 barcos mercantes que seguían a los 20 artillado, no solamente llevaban mercadería para comerciar en Paraguay. En ellos también se trasportaban pertrecho ¨ para el cuarto ejercito libertador ¨ que el general Paz estaba organizando en Corrientes, donde ya contaba con unos 4000 paraguayos con los que invadiría Buenos Aires para derrocar a Rosas. Pero esos planes fracasaron. En efecto, luego que los hermanos Juan y Joaquín Madariaga que gobernaban esa provincia y previamente debían medirse con Urquiza, pactaron con este último, abortando así el plan del general José María Paz, por lo cual los paraguayos, finalmente se internaron en su país.
LOS AGRESORES RECONOCEN EL VALOR ARGENTINO 
 En Obligado no solamente hubo gauchos dispuestos a dar la vida por la soberanía, también hubo criollos que mostraron su bravura asistiendo a los heridos y moribundos. Se trató de un grupo de damas de San Nicolás encabezadas por Petrona Simonino que buscaban llevar alivio a quienes eran alcanzados por la metralla enemiga. Así, esquivando el fuego de los enemigos y escapando de las balas explosivas que provenían de los barcos ingleses y franceses, – que fueron las que más daño causaron entre los defensores- esas mujeres atendieron a los mutilados y agonizantes.
 Como toda acción bélica, las bajas de uno y otro bando se trataban de minimizar. En ese sentido ¨ The Times ¨ de Londres en su ejemplar del 13 de diciembre de 1845 anunciaba la ¨ Destrucción de las baterías de Rosas en el Paraná, por las fuerzas combinadas de Inglaterra y Francia, mientras que al referirse a las bajas señalaba que ¨ se desconocen las pérdidas del enemigo; los carros que continuamente se usaban para sacar a los muertos y heridos las muestra como de importancia. En dos baterías solamente se hallaron 400 muertos, 250 en una y 150 en otra. Correspondencia privada hacia notar que en la vegetación cercana había muchos muertos ¨. Por otra parte el periódico ¨ Le Patriote Francaís ¨ del 28 de noviembre de ese mismo año reseñaba que ¨ al ser ocupadas las baterías fueron hallados 250 muertos en un, y 160 en otra ¨. En cambio, al, referirse a las bajas de las fuerzas combinadas indicaba que ¨ son de parte de los franceses, 18 muertos y 75 heridos ¨ en cuanto a los ingleses dice que ¨ tuvieron 10 muertos y 20 herido. Entre los muertos están Michud del St. San Martín, y entre los heridos el teniente Hello, del mismo barco; Vernex, de la Pandur; Simoneau, de la Expeditive, y Daniel de la Fulton ¨.
¨ Los ingleses tuvieron 10 muertos y 25 heridos, entre ellos el teniente Brikdale, de la Firebrand y Mr. Andrews, de la Dolphin ¨. ¨ La Dolphin recibió 107 balas y la Fulton 104. El St. Martín estaba totalmente averiado ¨. Como se ve, el pasaje por ese lugar no les fue demasiado fácil, a pesar del armamento que llevaban.
Por su parte, nuestros autores en sus reseñas sobre el hacho hablan de ¨ más de 250 muertos y 400 heridos. Sea cual fuese el número real, lo cierto es que, para los unitarios, esa sangre tuvo poco valor, como lo demostraron en después de 1852.
En efecto cuatro años después de la batalla por la soberanía del río Paraná, los dos países agresores se firman sendos acuerdos reconociendo los derechos soberanos se la Confederación sobre ese curso de agua, que corre entre dos provincias argentinas. La primera de las potencias en reconocer esos derechos es Gran Bretaña mediante la Convención Arana–Southern del 24 de noviembre de 1849.
Luego se suma Francia, cuando el 31 de agosto de 1850 se celebra la Convención Arana – Lepredur entre Francia y la Confederación Argentina.
El texto de ambos acuerdos son de idéntico tenor y en ellas se reconoce ¨ ser la navegación del río Paraná una navegación interior de la Confederación Argentina, y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos ¨.Así, esos países ponían de relieve el valor manifestado por los defensores de la Soberanía. Sin embargo, para los unitarios exiliados en la Banda Oriental, la rotura de las cadenas fue aplaudida, ya que esto, soñaban con la libre navegación de los barcos mercantes extranjeros por los ríos interiores.
 Mariano Pelliza en su libro ¨ La Dictadura de Rosas ¨ celebra el hecho señalando que ¨ Arrancadas las fortificaciones del Tonelero, las aguas del Paraná quedaron libres hasta Corrientes y Paraguay, ensayándose con tal motivo un tráfico más ventajoso, cuando por primera vez subían buques mercantes de ultramar hasta los confines del territorio ¨. Como se ve, el valor y la sangre de esos combatientes no tenía valor alguno para ellos, por eso y apenas caído Rosas sus vencedores entre las primeras medidas adoptadas fue declarar la libre navegación de los ríos argentinos.
ROSAS ACUSADO DE LOCO POR DEFENDER LA SOBERANÍA 
 La gesta de Obligado aún no fue valorada en su justa medida. La sangre de los que murieron por esa causa quedó olvidada por los vencedores de Caseros tan pronto como tomaron el control del país. De ese hecho que tuvo como protagonista principal a un pueblo que no estaba dispuesto a se sometido a la voluntad de ninguna potencia extranjera, poco se difundió en las escuelas. Al contrarío, algunas veces se lo ignora y otras se lo minimiza. En efecto, hace algunos años se imprimieron billetes de 20 pesos en cuyo anverso se muestra la imagen de Manuelita Rosas y el rostro de su padre Juan Manuel, en cambio en el reverso se ven dos bergantines tratando de pasar una línea de cadenas sostenida por unos botes, pero esa imagen poco tiene que ver con la realidad de lo ocurrido.
De ser por esa estampa, se pude pensar que las cosas fueron demasiado fáciles para los defensores de Obligado. Es que quien realizó ese original que sirvió para la impresión de los billetes, olvidó que en esa ocasión, los nacionales debieron enfrentase a buques a vapor, ágiles y muy rápido como el caso del ¨ Fulton ¨ y ¨ Firebrand ¨ con artillería de 80 o el ¨ Gorgon ¨ equipado con seis cañones de 64 y cuatro de 32 y no a barcos lentos como se muestran en los billetes de veinte pesos. Tampoco en ese diseño se tuvo en cuenta que los milicianos tuvieron que soportar el cañoneo de esos buques que disparaban balas explosivas y que ellas fueron las que más estragos produjeron entre los criollos.
Contra esas armas se encontraron quienes defendieron los derechos soberanos sobre la navegación del río Paraná. A ellos no les importó que las naves artilladas que le habrían paso a los buques mercantes, contaban con armas hasta entonces desconocidas y tampoco que en ese encuentro desigual, una victoria era difícil, pero lo intentaron. Si bien no pudieron frenar el avance de esa flota compuesta por unos 20 barcos de guerra y numerosos mercantes, los daños que les provocó, fueron de una magnitud, que les impidió comercializar la mercadería que cargaban.
Es por la acción de Obligado que 42 barcos mercantes que se encontraban esperando el resultado de la contienda amarados en Ibicuy, prefirieron retornar a Uruguay, mientras que otros 50 continuaron aguas arriba soportando a al ida y a la vuelta el fuego de los hombre que comandaba Masilla causándoles números daños. Pero la historia hubiera sido otra, si el miedo a esas potencias que trataban de imponer algunos unitarios, los hubiera paralizado. En ese sentido es clara una carta que Valentín Alsina la escriba a su amigo Félix Frías y que por esa razón califica de ¨ locura ¨ la defensa que dispone Rosas el río Paraná. En esa carta fechada el dos de noviembre Alsina le señala que Rosas ha cometido la locura de querer impedir el paso, - se refiere a la flota anglo-francesa- con batería y buque acorazado; locura digo, porque lo es querer competir tan luego en aguas con aquellas naciones que además de la enorme ventaja de los vapores, tienen su tremenda artillería a lo Peysar que Rosas y su gente no conocen todavía ¨. Pero la decisión ya había sido tomada por don Juan Manuel que mandó a encadenar el río y demostrarles, como dijera el general San Martín que ¨ no somos empanadas que se comen con solo abrir y cerrar la boca ¨.

 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 
 ¨ La Batallad e Vuelta de Obligado vista por ¨The Times ¨de Londres. Revista Todo es Historia N* 138 Pg.27. 
¨ Obligado la Batalla por la Soberanía ¨. Revista Todo es Historia N* 19 
 ¨ Apuntes Históricos de San Pedro ¨. Carlos Luis Santana La Dictadura de Rosas ¨. Mariano Pelliza.

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