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DISPERSION, ACCION, SOSPECHA


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Dispersión, acción, sospecha:
Por WKTK // 25 de septiembre de 2009
Un dilema para repensar el decir en la institución.
¿Cómo pensar las instituciones y el poder simbólico que ejercen? ¿Qué políticas desarrollan para construir consenso y legitimación? ¿Qué tipo de relaciones podemos establecer con ellas sin correr riesgo de ser subsumidos o invisibilizados? Recientemente nos llegó una invitación para participar de un evento que tendría lugar en una institución rosarina, donde se proponía reflexionar y discutir en relación a la situación del arte actual. Como colectivo comprometido con la producción crítica de teorías y prácticas artísticas entendemos que son fundamentales los espacios de producción e intercambio de ideas y experiencias; y por ello, en seguida nos pusimos a pensar y discutir sobre las categorías estéticas que se presentaban en dicha invitación.

A su vez dicho evento proponía, a manera de prolegómeno, cierto intercambio de ideas a través de distintos mails que circularían entre los anfitriones y quienes aparentemente seríamos sus invitados. Pero este supuesto foro “diáfano” y “horizontal” empezó a sembrar algunas dudas y, de manera casi inmediata, nos abocamos a un debate interno sobre las condiciones de producción teóricas que, de manera casi inevitable, parecen imperar en este tipo de eventos. Sin entrar en los pormenores de los acontecimientos, creemos importante compartir las dudas y reflexiones que nos despertó esta invitación y cierto grado de generalizaciones que se podrían desprender de la experiencia hacia tantas otras instituciones que conforman el campo artístico. Las instituciones, en nuestro caso las instituciones del campo artístico como museos, academias, centros culturales, etc., se ordenan y conforman en base a reglas y comportamiento bien definidos. Todos somos víctimas-testigos de ello y basta pensar en nuestro propio tránsito y experiencia, para armarnos un mapa mental de sus estructuras. También es evidente que las instituciones detentan cierta capacidad de poner en escena u ocultar los distintos sujetos y objetos de interés. Estas políticas de visibilidad generalmente responden a sentidos, intereses y movimientos mayores que varían históricamente. Pero sobre todo estas políticas de visibilidad despliegan aparatos conceptuales que guían una parte muy importante de la producción teórica y artística de cada momento. Las instituciones son el lugar donde se forjan las categorías canónicas, se pautan y guían los debates y se disponen y administran gran cantidad de insumos y recursos; y, en última instancia, son una máquina que busca su reproducción y legitimación.

A esta capacidad de desarrollar políticas e imponer reglas y conductas la pensamos en términos de Poder Simbólico, y dicho poder sólo se sustenta en la alienación de los sujetos. Creemos, como sostiene Castoriadis, que “Las instituciones no se reducen a lo simbólico, pero no pueden existir más que en lo simbólico, son imposibles fuera de lo simbólico en segundo grado y constituyen cada una su red simbólica”. Y siguiendo esta misma línea teórica entendemos que “la alienación aparece como una modalidad de la relación con la institución, y por su intermediario, de la relación a la historia.”(Castoriadis, 1999). Por todo esto, nos resulta inevitable ante un evento como las jornadas sobre la Estética de la Dispersión, poner en contexto el evento dentro del entramado simbólico que en sí constituye el espacio donde se desarrolla, los actores que confluyen en él, las mecánicas que se proponen para su constitución y funcionamiento, etc. Esto de por sí no debería clausurar toda acción en relación con una institución dada pero sí debería considerarse al momento de desarrollar estrategias para intervenir en ese contexto.

Las instituciones: intersticios y éxodos

Siendo las instituciones - en lo concreto la participación en un determinado evento que pretende organizar, enfocar, temporalizar y legitimar cierto tipo de pensamiento sobre el arte contemporáneo – el lugar de visibilización e invisibilización, de conformación de categorías que organizan los discursos históricos y académicos, etc. es inevitable problematizar nuestro tránsito y presencia en ellas. En este punto dos líneas o posiciones críticas parecen dibujarse en un movimiento auto excluyente. Por un lado, aquella que considera imposible desarrollar cualquier acción dentro de estas. En este sentido se piensa el vaciamiento como táctica y la constitución de otro tipo de espacialidad como estrategia de contra poder. Por el otro, aquella que supone la factibilidad de desarrollar acciones críticas en los intersticios de un espacio institucional que no está completamente reglado y dominado. Con cierto tinte de guerrilla, este alojamiento en las fisuras se propone como único posible cuando nada parece quedar por fuera del mapeado institucional. Ambas posiciones encuentran su legitimidad históricamente y aunque ninguna logró consagrar su proyecto tampoco se ha clausurado su potencia.

Estas posiciones suelen reaparecer cada vez que se inicia un debate como el presente. Como posición de consenso entendemos que para convertir en problema este dilema es necesario realizar un análisis agudo de las condiciones imperantes en cada caso y momento. Y sobre todo buscaremos mantener un nivel alto de alerta para no caer en las trampas de apropiación y neutralización que constantemente presentan las instituciones, pero al mismo tiempo evitando renunciar a la lucha simbólica que suponen.

Las trampas y el alertaAnte semejante operatividad de la institución sobre el sujeto nos abstenemos de tomar una u otra opción como proceder propiciando una actitud de sospecha en el mejor de los sentidos. En este caso la convocatoria inicial de las jornadas nos presento algunas dudas en relación a un texto y preguntas propuestos para encauzar una la discusión.

Presentamos aquí una de las preguntas fuertes de dicha convocatoria: ¿Cómo orientar las prácticas estéticas (la producción de regímenes de sensibilidad) en un contexto de dispersión, donde cada imagen, cada experiencia, cada enunciado se produce de forma efímera, para ser reemplazado por otro en el encadenamiento incesante y vertiginoso de las dinámicas del consumo? Una pregunta retórica que ya contiene supuestos y posiciones a las que adhiere, lo que en absoluto no es denostable, pero en el momento de asumirla nos desestabiliza, porque desde nuestro modo de comprender lo artístico y también la historia supone grandes diferencias. Aparece aquí un primer problema a la hora de pensar un espacio de intercambio. La definición de un problema o temario es también un acto en el que se decide, selecciona una forma de participación en el debate.

Si bien no es interés de este artículo la discusión que el texto de Baudrillard generó en el grupo, si es interesante detenernos en las diferencias que esta interpelación permitió explicitar ya que tiene sus continuidades con las formas que entendemos puede evitarse el vínculo alienante que impone la institución.

En primer lugar considerábamos se incurre en la pregunta citada en el error de homologar o al menos colocar en el mismo nivel de análisis regímenes productivos (en tanto regímenes sensibilidad) y sus productos derivados (en tanto obras objetivadas). Entendemos la mercantilización de todos los valores estéticos como una consecuencia nefasta de la industria cultural. Sin embargo creemos no es allí donde lo artístico se sucede, por el contrario, estaríamos aquí ante su objetivación. En este sentido pensamos que lo artístico reside en el poder actuante de la obra, en su capacidad de irrumpir la mirada generando un acto de pensamiento novedoso que lleva a reconsiderar la mirada sobre el mundo. Es solo en ese acto y en esa acepción de lo artístico donde se restituye el sujeto su capacidad de acción sobre la historia.

Ese poder actuante de la obra se teje en una relación reciproca e indiferenciada entre forma y contenido, es decir, es en el modo de la obra donde se adopta un vínculo crítico con el mundo. Una consideración que el texto de Baudrillard parecía olvidar disolviendo o regalando lo artístico a un problema de comunicación o mercado. El arribo a esta primer conclusión nos hizo pensar en el año de producción de ese texto y el universo discursivo que lo contenía, localmente fue durante los año 90 donde esta escisión entre forma y contenido -tanto desde lo cultura como lo político- se volvió radical y determino un modo de enunciación donde el sujeto desaparecía progresivamente.

Es decir la escisión entre forma y contenido (y aquí el punto interesante para pensar la institución) es siempre un acto político que opera sobre las posibilidades performáticas de la palabra (en cualquiera de sus dimensiones). Por ello, si la verdadera voluntad es construir un espacio de discusión e intercambio las formas para que este tenga lugar no son una consideración anecdótica. Insistimos, lo planteado en este punto es aplicable a las más diversas esferas del hacer.

La forma que se decide para un debate en este marco es una decisión que se toma en torno al conocimiento. En la opción entre asistir a la recepción pasiva de un conocimiento ya instituido o participar en su ejercicio se juega la subjetivación del participante/invitado.

Si bien es siempre valioso el intercambio de ideas, igual de importante es la estructura y forma en que ese debate vehiculiza esas ideas, ya que estas formas siempre dejan su impronta en los enunciados. Como colectivo apostamos por un debate de ideas que sea horizontal en el sentido de que todos los participantes del intercambio tengan el mismo tiempo y espacio para que la discusión que se produzca sea realmente sustanciosa. Independientemente de las trayectorias personales que de por sí no reconocemos como justificativo de exclusión o jerarquización.

Caso contrario la disgregación de voces puede subordinar la voz de uno a otros por más que ese otro tenga lugar en el debate. Si lo que nos importa es pensar una categoría para reflexionar lo artístico en la contemporaneidad es importante que se habilite un espacio que realmente contemple la confrontación y la disonancia sin establecer jerarquías de oradores. Solo hay una acepción posible para un debate interesante, donde realmente el protagonismo sea la voluntad de discutir, y esta es aquella que garantiza igualdad de condiciones a las enunciadores para la expresión de sus ideas. La reflexión sobre la forma que habilite esas garantías es lo que impide que el encuentro solo sea la ilustración de una discusión ya estabilizada.

Walter Benjamin decía que la verdad brilla en un instante de peligro, he aquí el potencial para pensar el vínculo con la historia. Es en ese instante de peligro, cuando se irrumpen los continuums de la historia, donde pueden aparecer nuevos ejercicios de mirar y lugares de acción. Es en este instante donde se restituye el sujeto que aparece anulado por la institución. La legitimación es siempre por ello un lugar de riesgo, una paradoja que entroniza un decir para dejar de ser verbo y transformarse en nomina. Esta es la razón que nos imposibilita decidir o erigir una u otra forma de establecer el vinculo con la institución, más bien pregonamos la sospecha permanente sin dejar de escuchar y actuar sobre lo que allí sucede.

En este contexto, es también nuestra capacidad de acción lo que brilla en ese instante de peligro por ello lo que nos resta es mantener la sospecha constante. Para no engañarnos con certezas permanecer en la confrontación, para que nuestras palabras continúen evitar su legitimación lo que implica un ejerció crítico y reflexivo en el sentido de que seremos también nosotros objetos de sospechas para propiciar el surgimiento de nuevas preguntas.

Solo la afirmación que brilla en un instante de peligro es capaz de restituir la autoridad perdida. Creemos que lo artístico y nuestra subjetividad aparecen allí como un poder decir, un gesto que restituye la narración sobre la propia historia. Nada de esto le corresponde a la institución avocada a la permanencia, por ello nuestra labor en relación a ellas es siempre un acto de irrupción. Si no hay espacio para nuestra diferencia lo que se niega es nuestra presencia en tanto sujeto.

Colectivo Wokitoki

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