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DE LA CUBA DE AYER HASTA SUS JEJENES AÑORO


¡DE LA CUBA DE AYER HASTA SUS JEJENES AÑORO!
por Esteban Fernández
Soy un hombre sincero de donde crece la palma, dijo José Martí, pero de todo corazón les digo que no me dio mucha tristeza despedirme de mis palmares. En el caso mío, no fue cuando “les dije adiós” a las palmas reales que sentí el dolor profundo de perderlas sino cuando llevo 47 años sin poder saludarlas. Al salir de la patria no era Cuba lo que me entristecía, más bien era abandonar la familia y los amigos.

A Cuba la veía con una naturalidad increíble, y por lo tanto “ser cubano” era lo más lógico del mundo. No le daba verdadera importancia a eso. Además, yo partía hacia el país más grande, bello, poderoso y rico de todo el Universo.
Es decir, que “Cuba iba a ser libre pronto, yo regresaría allí, y nada cambiaría en mi país”. Inocentemente pensaba: “Tengo que apurarme, antes de que Cuba sea libre (y yo regrese a dar vueltas en el parque de Güines) para poder ver el Empire Estate, la Estatua de la Libertad y conocer personalmente a Elvis Presley”. Pero el tiempo fue pasando, los días, los meses, los años, y en mi cerebro y en mi alma CUBA FUE CRECIENDO y el “ser cubano” dejó de ser algo accidental para convertirse en el mayor de mis orgullos.
Todo lo que yo veía como “chiquitico”, y sin la mayor importancia, fue adquiriendo una grandeza descomunal. Todo, absolutamente todo, lo cubano, lentamente se fue haciendo GRANDE, hasta aquel sándwich y aquellas Matervas e Ironbeer hoy los como y las tomo lleno de admiración. Aquellas matas de mangos y de aguacates que a veces resultaban una incomodidad para mí, hoy, al recordarlas, pueden hasta humedecerse mis ojos.
Hasta cosas y gentes que las personas en todas partes ignoran, como los pordioseros y los limosneros, yo los recuerdo con melancolía. Aquella cariñosa muchacha de la calle Pajarito que a veces hasta despreciaba, hoy me pregunto con ternura: “¿Qué habrá sido de Isabel, estará viva?”. O digo “Si está viva debe ser una pobre ancianita, yo quisiera saludarla y darle las gracias”.
Aquellos pajaritos que yo trataba que cayeran en la trampa de mi jaula, hoy cierro los ojos y conque admiración recuerdo a esos Tomeguines del Pinar que andaban revoloteando por toda la campiña a mí alrededor.¡Cuanta emoción leer en el libro de Aldo Rosado su búsqueda del tomeguín blanco!.
¿Cómo imaginar que aquellos peloteros que con tanta facilidad yo iba a verlos jugar al Stadium del Cerro se convertirían en figuras inmortales para mi?. ¿Cómo yo iba a pensar que cuatro equipos de béisbol se convertirían en mi cerebro en sagrados? Poco a poco, la playa a la cual no le daba importancia ir a bañarme en ella, Varadero, se convertiría al pasar las décadas en “la más linda de todo el Universo”.
Y con solo levantarme del sofá y encender el televisor podía ver a todos los artistas cubanos. Es más, a veces me aburrían y trataba de ver programas americanos como “Perry Mason” o “I love Lucy”, o “Highway Patrol” con Broderick Crawford el programa preferido de Carlos Hurtado ¿Cómo imaginar, al salir de Cuba, que al pasar los años, Leopoldo Fernández “Trespatines”, Aníbal de Mar “El Tremendo Juez”, Mimí Cal “Nananina”, Alberto Garrido “Chicharito”, Federico Piñero “Sopeira”, Rolando Ochoa, Luis Echegoyen “Mama Cusa Alambrito y Arbogasto Pomarosa”, se convertirían en ídolos y leyendas de mi cerebro?.
¿Cómo adivinar que llegaría el día en que me gustaría más poder saludar a Güirito Potaje, una limosnera de mi pueblo, que a la Primera dama de los Estados Unidos?.
Dicen que "la distancia es el olvido". Quizás. Pero, no en el caso de Cuba. A Cuba, mientras más tiempo pase, y más lejos la veamos, más la adoramos, más la añoramos, más la sublimizamos. ¿Cómo es posible que en determinado momento, antes de yo salir de Cuba, prefería escuchar en la radio un Rock and Roll que a Celia Cruz, y al pasar los años vea a Olga Guillot como una de las poquitas figuras bellas y grandes que nos van quedando vivas?.
¡Por favor, sí hasta aquellos mosquitos y jejenes de la Playa del Rosario, que tanto detestaba, hoy los recuerdo con cariño!.

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