Vistas a la página totales

PREMONICIÓN


Gerardo Scioscia 

PREMONICIÓN 

 Sobre la playa desierta ha dejado de llover, aunque aún el mar continúa alzando olas que con fuerza, golpean sobre la costa. En ella, solo un niño se encuentra mirando el horizonte y buscando ubicar el bote en que su padre que, como tantos otros pescadores artesanales, había salido temprano y con buen tiempo en busca de peces, para luego comercializarlos en el pueblo. Si bien la lluvia había cesado, las negras nubes que se presentaban hacían temer nuevos chubascos y eso le preocupaba, por lo no retornaria a su casa sin su progenitor. Ese era el motivo porque no dejaba de mirar el mar buscando algún indicio de la frágíl embarcación y su tripulante. 

 

Con la vista clavada donde se junta el mar y el cielo y con lagrimas que se mezclaban con el agua que habia empapado su rostro, solo pedía a la protectora de los navegantes que lo hicíera retornar a su padre a la orilla sano y salvo. Sin bien el pequeño lo acompañaba siempre en esas excursiones, ese dia prefirio quedarse en la playa a esperarlo, argumentado ciertas dolencias del cuerpo. Pero ahora se lamentaba no estar con él para ayudarlo. Apenado por eso, solo imploraba a virgen que desde tiempo inmemorial se encomiendan los marinos cuando se hacían a la mar, y a ella le pedía por su padre. Entre tanto corrian las horas y comenzaba anochecer. El viento que soplaba desde temprano barria la playa y helaba el cuerpo del muchacho que no dejaba de escudriñar el mar, buscando indicios de la pequeña embarcación. La lluvia que cesaba por momentos se hizo mas intenza apenas oscureció y entonces, todo desaparecio de la vista del muchacho que tiritaba de frio. Solo truenos y algunos rayos de tanto en tanto iluminaban el horizonte completaban la escena. 

Fue en uno de esos refucilos que alcanzó a ver muy lejos de la playa como la embarcacion era movida a voluntad de las olas. Fue apenas un instante pero alcanzó para notar que sobre ella no estaba su tripulante. Temiendo lo peor, se sumergio en llanto y rezos. 

Empapado y llorando desconsoladamente busco refugio en un construcción abandonada sobre la playa y a la que recurrian los pescadores cuando los sorprendía algún aguacero. Allí se recostó en un rincón y, mientras imploraba un milagro a Stella Maris se quedó profundamente dormido. 

En el barrio de los pescadores no había amanecido aún, cuando en su habitación, Miguelo eschucho los pasos de su hijo que venia a despertarlo. " Hoy nejor no salgamos " le dijo muy serio después de darle un beso. Miguelo lo miró extrañado y luego de vestirse le recordó que" hace 25 años que todos los días entro al mar ¿ porque no voy hacerlo hoy? . El niño lo miro un instante y comenzó a llorar sin saber que responderle, situación que extraño a su padre ya que cuando salían juntos, lo hacia muy alegre. 

Hubo unos instantes de silencio y luego se abrazo a Miguelo que lo consolaba aún sin entender el porque de ese pedido. Medito unos instantes y luego lo calmo diciendo que se quedaria en casa arreglando algunas redes dañadas, por lo que ambos fueron en busca de los elementos necesarios para esa labor.

Comentarios

Entradas populares

ENFERMERA, Poesía dedicada a las enfermeras y enfermeros en su día, Por Gabriel Tejo

A LOS BOMBEROS VOLUNTARIOS, Poesía de Gabriel Tejo

Google