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ROSAS, ALSINA, SAN MARTÍN Y LA BATALLA DE OBLIGADO


Gerardo Scioscia

ROSAS, ALSINA, SAN MARTÍN Y LA BATALLA DE OBLIGADO 

En noviembre de 1845 don Juan Manuel de Rosas fue calificado de loco por intentar resistir el paso de la flota anglo-francesa por el rio Paraná, que pretendía avasallar los derechos soberanos sobre ese curso de agua interno. En momentos que Rosas se encontraba a realizando aprestos para resistir ese avance, se conoció ese texto redactado por el doctor Valentín Alsina. Sin detenerse en la opinión de Alsina, el restaurador se dispuso a resistir al enemigo que, si bien logró pasar cortando las cadenas que les cerraba el paso, no la llevaron de arriba, dado que hubo duros En esa misiva fechada el dos de noviembre de 1845 y destinada a Félix Frías, Alsina le dice que ¨Rosas ha cometido la locura de querer impedir el paso (de la escuadra invasora) con batería y buque acorazado; locura digo, porque lo es querer competir tan luego en agua con aquellas naciones que además de la enorme ventaja de los vapores, tiene la de su tremenda artillería a lo Peysar que Rosas y su gente no conoce todavía¨. Al parecer, Alsina se daba por vencido antes de dar la pelea contra esa dos potencias. En contraposición de ese pensamiento, unos meses después el general José de San Martín en una carta fechada en Nápoles, Italia donde se encontraba buscando restablecer su salud, se expresaba de un modo muy distinto como veremos más adelante. 

 

Ocurrió que, a Francia e Inglaterra le preocupaba que don Juan Manuel dominara los ríos interiores y cobrara peaje, como así también su apoyo a Manuel Oribe, presidente de la Banda Oriental. Por esa razón, ambas potencias se encontraban dispuestas a vencer al enemigo común y por ello, no repararía en utilizar toda la violencia contra la Confederación. 

Mientras la flota coaligada se prepara a desconocer los derechos soberanos sobre este curso de agua y, con el propósito de ganar tiempo, el gobernador echó a correr la noticia que había hundido barcazas cargadas de piedra para dificultar la navegación de los buques invasores. Entretanto, Lucio Mansilla siguiendo las órdenes de Rosas y más allá de San Pedro, en una saliente del rio Paraná conocida como Punta o Vuelta de Obligado, se encontraba cerrando ese curso de agua con enormes cadenas soportadas por 24 embarcaciones desmanteladas y amarradas por un lado, a la orilla del rio, mientras que en la orilla opuesta se afirmaban al bergantín ¨Republicano¨ cuyos restos fueron descubiertos hace poco tiempo. En cambio, en tierra firme monto cuatro baterías. La primera con dos cañones de a 24 y cuatro de a 16, a una altura de 50 pies sobre el nivel del agua y con una explanada. La segunda a ciento diez varas de distancia de aquella y a 22 pies sobre el nivel del agua con un cañón de a 24, dos de hierro de a 18 y dos de a doce, también con explanada. La tercera con dos cañones de a 12 y uno de hierro de a ocho con explanada mientras cuarta a 180 varas de la primera a su derecha y a 62 pies sobre el nivel del agua, con siete cañones de marina de a 10. Las tres cadenas se encontraban ubicadas entre la tercera y cuarta batería. 

Los cañones allí montados fueron servidos por 160 artilleros y 60 de reserva parapetados tras merlones de tierra pisada entre cajones de unas dos varas de espesor, por una vara y cuarto de altura. La de la derecha denominada Restaurador Rosas, era comandada por el ayudante mayor de marina Álvaro Alsogaray. La segunda llamada ¨General Brown¨, por el teniente de marina Eduardo Brown, la tercera ¨ General Mansilla¨ por el teniente de artillería Felipe Palacios. En cambio la cuarta llamada ¨Manuelita¨, por el teniente coronel Juan Bautista Thorne. Todas ellos estaban protegidas en el flanco derecho por 500 milicianos al mando del coronel Ramón Rodríguez, a la izquierda de este, en la misma línea y a la altura de la batería ¨Restaurador¨ cuatro cañones de a cuatro mandados por el teniente José Sereso. Guareciendo la izquierda de esa batería, cien milicianos al mando del teniente Juan Gansa, mientras que el centro y los costados derecho e izquierdo de las baterías Brown y Mansilla se ubicaban otros doscientos milicianos del norte que recibían órdenes del teniente coronel Manuel Vierto. Diseminados en los alrededores otros efectivos se encontraban listos para intervenir, de producirse el desembarco enemigo. 

De todos modos, frente al poderío enemigo nada pudo hacerse para impedir el paso del convoy. Disipada la niebla que esa mañana impedía la buena visión a las diez de la mañana se inició la acción bélica que duró hasta las cinco de la tarde. Rotas las cadenas los invasores sobrepasaron las baterías, pero con enormes daños en sus embarcaciones que les obligó a permanecer en la zona un tiempo para repararlas. En las baterías defensoras quedaban unos 400 muertos. Finalmente pasaron pero a costa de muchos daños en sus embarcaciones y en los productos que llevaban los mercantes porque el convoy fue perseguido tanto en la subida por el Paraná como de regreso. En efecto, el nueve de mayo del año siguiente los invasores fondearon en una ensenada de como a dos leguas de las posiciones que tomó Mansilla en el Quebracho y, el día 28 se les asestó algunas cargas de dos obuses, ataque que los obligó a internarse. Habían pasado, pero les fue imposible comercializar los productos que transportaban por haber sido la mayoría dañado durante los enfrentamientos. 

Para Valentín Alsina era una locura combatir contra los anglo-franceses, Rosas lo intento pese a la superioridad y poderío del enemigo y les demostró que no la llevarían de arriba. Meses después, el general José de San Martín le escribe a Rosas. La carta redactada en Nápoles, donde se encontraba tratando de recomponer su salud lleva fecha del 11 de junio de 1846 y en la misma le dice entre otras cosas que ¨bien poca es hasta el presente la mejoría que he sentido, lo que me es más tanto más sensible, cuanto en las circunstancias en que se halla nuestra patria me hubiera sido muy lisonjero poder nuevamente ofrecerle mis servicios después (como lo hice a usted en el primer bloqueo por la Francia), servicios que aunque conozco serían inútiles, sin embargo demostrarían que la injustísima agresión y abuso de la Inglaterra y Francia contra nuestro país, este tenía aun un viejo defensor de su honra e independencia¨. Como vemos dos maneras distintas de pensar, el viejo general dispuesto a sostener el honor de la patria al igual que lo hizo Rosas, mientras que Alsina, temía enfrentarse a esos poderosos. De la batalla de Vuelta de Obligado se cumple un nuevo aniversario y es bueno recordar que las orillas del Paraná el 20 de noviembre de 1845 se tiñeron de sangre por defender los derechos que tenemos sobre ese curso de agua interior.

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