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UN CAFE Y UN CORTADO


UN CAFE Y UN CORTADO
Gerardo Scioscia 
Por esas raras circunstancias de la vida, una llamada equivocada a su teléfono puso una luz de esperanza en su corazón vacío. El quiso cortar enseguida la comunicación pero al oir la dulce voz de una mujer que del otro lado se disculpaba, se aferró al teléfono para seguir conversando. 

La charla con la desconocida, cuya voz lo había cautivado se prolongó por varios minutos. Al parecer ambos buscaban romper la soledad en la que vivian. Se intercambiaron datos y prometieron un encuentro futuro. Por esa razón, al cortar, su rostro mostraba una amplia sonrisa. No era para menos quedaron en encontrarse al di siguiente por la tarde en un cafe de Palermo y chya dirección se habían confiado.
Para reconocerse alcordaron que, quien llegara primero debia sentarse en una mesa cercana a la entrada y en ella encontrarse ya servido dos pocillos de café que para ella debia ser cortado. Al dia siguiente se vistió con lo mejor, se perfumo y llego al cafe en el horario ackrdado. Busco una mesa cercana a la puerta, se sentó mirando hacia la calle y pidió un café y un cortado. La espera fue en vano. Bebió su café, pagó la cuenta y se marchó dejando intacto el cortado. La escena se repitió del mimo modo por mucho tiempo y siemprs se madchabat repitiendo "quizás mañana venga " y en la mesa qhefaba un pocillo vacio y el otro sin beber.
El mozo que siempre lo atendía, luego de un año se animó a preguntarle paraquien era el cortado aue finalmente retiraba sin que nadie lo consumiera. Sin inmutarse respondió que, el cortado era para una dama que había prometido acompañarlo en su soledad y que confía en que lo hará. Tras responder esa inquietud se marchó dejando, como siempre, du taza vacía y la otra como la sirviera el mozo que diariamente lo atendia. Asi paso el tiempo. Una tarde, el hombre llegó palido y apenas con un hilo de voz pidio lo de siempre. bebió su café y se marchó mas temprano que de constumbre. En la mesa quedo el cortado y el pocillo de cafe vacio.
A las cinco de la tarde del día siguiente, una dama totalmente vestida de negro llegó al café. Busco una mesa cerca de la puerta. Pidió un cortado y un café. Bebió su cortado lentamente, pago la cuenta y se marchó lentamente. Esta vez quedaba servido en a mesa el café que nadie bebio. Entre tanto, en ese negocio de Palermo, la mesa cercana a la puerta hace tiempo que nadie la ocupa.

Mar del Tuyů 13/1/018.

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