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EL ADIOS A CALOI

Intentarè ser objetivo al escribir esta nota, pero como dice el tango, y mientras escribo, "se me pianta un lagrimòn". Porque esta nota no hubiera querido escribirla nunca. Porque cuando uno comienza una historia, siempre, absolutamente siempre, tiene un objetivo, y sobre todo, se inspira en otro. Eso siempre pasa. Y junto con esta nota se me va un pedazo de mi propia historia. De mi propia vida. 
Corria el año 1980. Apenas tenìa 10 años. Esa època màgica donde todo pibe tiene su sueño. Mi sueño era ser dibujante. Admiraba los dibujos de Caloi. Ese Clemente que le habìa ganado aquella batalla mediatica al mismisimo "Relator de Amèrica" apenas dos años antes. Aquella frase del "Tiren papelitos, muchachos" quedò grabada en la historia, y Clemente pasò a ser la mascota del pueblo en ese mundial, muy por encima de Mundialito, la mascota oficial, el Gauchito tan lejos de la emocion futbolera, y tan cerca al regimen totalitario de ese entonces.
A partir de ahì comencè en viejos cuadernos a dibujar, a hacer viñetas de humor, historietas de aventuras, y cosas que recièn muchos años despuès pude ver publicadas. Recuerdo que la admiraciòn por este artista no sòlo era el leer todos los dìas la contratapa de Clarìn para ver sus nuevas tiras, sinò tambien el pasar con el auto de mi familia por la puerta de su casa, un enorme chalet que se ubicaba entre Josè Marmol y Adroguè, y donde por las tardes, en algunas ocasiones se lo podìa ver en la puerta, charlando con los vecinos, como cualquiera en el barrio. Porque debemos destacar que la fama no se le subiò a la cabeza nunca. Siempre fue una persona muy modesta.
Llegò 1982. Yo seguìa dibujando. Ocasionalmente pasabamos con mi familia por el gran chalet, y por las noches se veìa la ventana màs alta del chalet, que era su estudio, con las luces encendidas, y se podìa observar al genio en acciòn. Y ahì me llegò la gran oportunidad de conocerlo en persona. En la escuela nos pidieron hacer un reportaje a alguien que consideraramos importante por algo. No podìa dejar pasar ese momento. Y por lògica Caloi fue mi entrevistado. Y desde luego, el primer reportaje que hice en mi vida. Sin saber que ese iba a terminar siendo mi destino. Que iba a llegar tan lejos.
Todavìa recuerdo cuando me hizo entrar a semejante chalet, tenia un living con unos sillones de cordeeroy, esos que cuando uno se sienta se hunde totalmente, Un hogar a leños y una pared totalmente repleta de llaves antiguas que coleccionaba. Tenìa una perra cocker de nombre Daysi. Recuerdo que como todo chico, fui con mi bicicleta rodado 20 y la dejè detras de los ligustros que tenìa en su jardìn. Papel y lapiz, no tenìa grabador ni de casete ni mucho menos digital.
Lo vi nuevamente en 1985, cuando tenìa que hacer un reportaje, en ese caso para la secundaria. Aùn tengo guardado como una gran reliquia el poster de la vieja revista TV Guia, donde aparecìa el poster de Clemente, desde ya autografiado por su autor, y mi vecino, Caloi.
Pasaron los años, yo me dediquè al dibujo humorìstico pero lamentablemente no lo pude ver en esa època. Luego dejò el Partido de Almirante Brown y se mudo a Belgrano, y tenìa las oficinas de producciòn de "Caloi en su tinta" en la calle Paseo Colòn. Pero todos lo recuerdan en Brown por su don de gente, y desde ya por ese potencial artìstico que lo hizo ùnico.
Hoy solo puedo decirle HASTA PRONTO, MAESTRO!

Gustavo M. da Silva

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