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LA HEROINA RECORDADA, Por Gustavo da Silva

LA HEROINA RECORDADA
 
Erase una vez un plebeyo, quien un día menos pensado entra en desgracia. Personas de su alrededor lo dejan de un día para el otro.

-¿Cómo solucionaré ese problema?

Le recomendaron que acudiera a un colina en las afueras del pueblo. Dicho lugar era conocido por concederle deseos a quienes lo visitaban. El acudió tras pensarlo mucho tiempo. No tenía ánimo ni de ir a ese lugar. Finalmente se decidió y lo hizo. Se sentó en un lugar, iluminado por los rayos de luna, observando el horizonte, y fue allí donde ocurrió el milagro. Tras un extraño, pero enceguecedor fulgor fue dibujandose en el cielo una figura que nunca había visto, pero que jamás iba a olvidar. Montada en un pegaso blanco, apareció una frágil mujer, de cabellos largos y dorados, y le dijo

-No tengas miedo. ¡Ven, acompáñame!

Fue así como el poblado completo pudo observar al cielo y ver aquel pegaso blanco con esa extraña mujer y al plebeyo.

-¿Como puede ser eso? ¡Es mentira! Pero nadie podía oir esos comentarios, ya que no salía de su asombro.

El tiempo pasó. El plebeyo pudo recuperarse de aquel problema. Sin embargo, antes de que eso ocurriera, su heroína le dijo abruptamente -¡Me tengo que ir! Surcando nuevamente el cielo en su pegaso blanco, y dejando el tierra al plebeyo, el cual sentía el abandono y el desarraigo.

Pasado algún tiempo, muchos recordaban aún el episodio de la heroina de cabellos largos y dorados y su pegaso blanco, y trataron de confundir al plebeyo, diciendo que las verdaderas soluciones estaban mirando su propio poblado, sus amigos. Sin embargo, muchos de aquellos amigos lo hicieron entrar otra vez en problemas -¿Y ahora quién te va a ayudar?¿Tu Heroína? Se reían por un lado, pero temían por el otro. Hasta que una noche, en medio de la soledad de su cuarto, con profunda tristeza el plebeyo exclamó -¡Si mi Heroína estuviera aquí esto no me estaría pasando!

Era día de Reyes Magos. Los pobladores de la aldea intercambiaban regalos. El plebeyo los observaba tras su ventana, con mirada melancólica, con sus ojos fijados en aquel horizonte...

De pronto ocurrió lo que todos esperaban. O lo que muchos temían y creían que nunca iba a pasar. Nuevamente ese gran fulgor en el horizonte enceguecía a todos. Otra vez aquel pegaso blanco y como siempre, la Heroína montada en el, acudiendo en auxilio de su amigo plebeyo.

Nadie decía nada...pero muchos huyeron de la aldea para nunca más volver...

Como la vez anterior, otra vez la Heroína, tras cumplir con su misión se despidió de su amigo, quedando una vez más abandonado a su suerte, en medio de la misma aldea. El plebeyo conoce el amor de una despiadada mujer, quien, sabiendo su don de poder llamar a la heroína con su pensamiento, le prohibe terminantemente hasta pensar en ella. El se resistía, pero también amaba a esa mujer y no quería que lo abandonaran, por lo que decidió dejar de pensar en su Heroína -¡No creo que la vuelva a necesitar!, se dijo.

Casi a punto de contraer matrimonio, la mujer lo abandona, tras engañarlo con gente muy conocida. Paso seguido comienza una serie de ataques de la misma y de sus aliados, que lo hacen perder al plebeyo hasta de su dignidad. Pero no podía pedirle ayuda a su Heroína, ya que todavía a pesar de todo, amaba a esa malvada mujer.

El tiempo pasó. Había recibido muchos golpes. Perdió casi todas sus fuerzas. Todos se burlaban de él. En medio de una orcura y fría noche, con lágrimas en sus ojos pensó -¡Si mi Heroína estuviera aquí esto no me estaría pasando! Pero esta vez su Heroína ya no acudiría en su ayuda...
Otra mañana en la aldea. Los momentos de gloria de la vida de ese plebeyo ni siquiera llegaban a ser un leve recuerdo. El cada mañana miraba al horizonte y no perdía las esperanzas. Mientras hay vida hay esperanzas. Pero lo cierto es que las esperanzas eran muy escasas, y la vida...

De pronto, todos en la aldea miran al horizonte obnubilados por un extraño resplandor. Otra vez todos ven acercarse por el cielo la silueta de aquel pegaso blanco, montado por la Heroína de largos cabellos dorados...

-¡Pero eso es imposible! ¡Si no existe! Exclamaron algunos tratando de dejar las cosas como hasta entonces. La Heroina baja de su pegaso blanco, delante de su amigo, quien, llorando le pide perdón por haberla olvidado, fundiendose los dos en un fuerte abrazo. Ella le dice -¿Quiéres demostrarles a todos de una vez por todas que tu vales? ¡Sígueme!

Y tras la mirada atónita del resto, los dos levantaron vuelo en el pegaso blanco, perdiendose en el mismo fulgor del horizonte...y esta vez, serían recordados por todos...

22/10/2010

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